26 febrero, 2010

antipoesía (que no es poesía)



No hay hueá más penca que salir a tomar y que el copete que pediste esté malo.
Así que ahí estaba, sentada mirando el pésimo ron que me habían servido, pero con demasiadas ganas de tomar y pocas de alegar. tomo un sorbo y siento una mirada constante acosándome, como esperando a que diga algo, como si hubiese algo que decir.

- no te alegra que haya venido? hice todo esto para nada?
- ah?... cómo no me va a alegrar?... -quise echar una gran p*teada- en todo caso, no había mucho que hacer, yo cree la situación en bandeja. hiciste un mínimo de esfuerzo para una última oportunidad extendida.

Hablar con él es solo gastar saliva, Tomás nunca entendería nada que lo que yo dijera, hablamos en otros idiomas, venimos de distintos tiempos, creados de distintas especies. yo podía estar sentada en su regazo riéndome como loca y es solo un destello de nosotros, algo de nuestra imaginación aplicado en la vida, nada de realidad. no funciona y, por eso mismo, ya no me interesa el tema tanto. Tomás puede tocar la guitarra, compatir conmigo cosas de aquí y de por allá; puede mirarme de su típica manera constante con sus infantiles ojos, sacarme muchas sonrisas, hacerme creer que soy la mejor mujer para él y parecerme totalmente tirable pero ya nada de eso es relevante. prefiero estar sola en mi mente pensando si tomarme o no el resto del ron con una música de fondo que escuchaba mi papá cuando era pendeja y que ni me gusta, aún así, sin querer tarareo. Sigo sintiendo la mirada, expectante a que, como de costumbre, estalle mi interior tirando a su cara todo lo que siento y pienso sin filtros. esto no va a pasar. miro su sonrisa perfecta, la antítesis de todo lo que sale de su boca: ideas sin pies ni cabeza.
Podría dormir ahí en su regazo, podría dejar mis pies entrelazados en sus piernas, podría hasta tener el descaro de darle la mano y plantarle un beso. hoy descubrí que, si bien tengo solo diecinueve, ya... yo ya estoy vieja para eso.

(y me tomé el ron)

20 febrero, 2010

esta semana mis hormonas causaron más estragos psicológicos que una noche de borrachera. aunque, una noche de borrachera, en verdad, podría ser mil veces peor.

18 febrero, 2010

wake me up when la vida get started

una montaña rusa. así es mi sentir. siempre, todos los días.
no es una cosa de que sea así solo en mis días, o si estoy con problemas, o si estoy enganchada, o si tengo pruebas... es siempre. mis genes son mitad por una mitad una fuerza y estabilidad y determinación tan grande, y por la otra un popurrí ininterminable de impulsos y arrebatos y algo de bipolaridad. así me crearon, así me criaron.
pero... no me puedo quedar estancada en eso, es ridículo. o sea, yo soy así, pero hay gente que si tiene toda esta mezcla de características en su personalidad, se echa a morir tan fácil. yo me he echado a morir, pero cuesta qe lo reconozca. hoy por hoy, eso me tiene cansada, quiero luchar, quiero dejar de correr como de lado a lado en estas cualidades y quedarme al medio mezclando todo de la manera más natural posible. porque puedo. mi vida no es un sí o un no, la vida tiene matices, contrastes... mezclas de estas!
hoy hablaba, por ejemplo, de que hay gente que es de una especie en que todo es un sentir enorme, una reacción exagerada, una apoteósis de emociones por hasta el más mínimo detalle. altos y bajos grandes que se convierten en un exquisito resultado final de sensibilidad. es como tener todo el sistema nervioso a flor de piel a cada minuto. miro al rededor y yo... me siento uno de ellos. y puedo sentir qe por un detalle hay un remezón muy fuerte, pero sonrío y arreglo un poco más mi mundo. con una de esas (sonrisas) siempre uno puede cambiar todo, y ahí es pura suma, hasta dar un resultado como el que intento explicar.
es como estar en una malla elástica. ir saltando es la vida! pero hay detalles: hay qe asegurarse de que cada resorte esté en su lugar, las tiras de la malla estén en buenas condiciones... así que revisamos todo. algún día se deteriorarán y nuestro salto perderá estabilidad y altura, así que hay que bajarse y revisar todo. si un resorte anda mal en mi vida es porque aún no he superado parte de la historia... alguna historia que sea esencial en el momento que contruí la malla elástica. no... yo me cansé de no seguir saltando, quiero más, así que debo mirar el resorte y pensar "yo ya pasé por tí y no me atormentarás más, te entiendo, aprendí, y sigo". es limpiarlo, enderezarlo, qué sé yo. y con eso, podré volver a saltar alto y sin parar. seguir la vida a el ritmo que yo desee, sin mayores tardanzas. porque ya aprendí de lo que esa pieza me enseñó, no debo permitir que su pasado me atormente y me haga querer no saltar más. es... no tiene sentido. es exponer todos los nervios que digo que tengo a flor de piel, a un fuego que ya me quemó, ya conozco y no es tan poderoso. no es ir y dejar pasar. es comprender, aplicar y amar. amarme a mi misma. aprender a saltar sin caerme de la malla, sin caerme con ella. es saltar y ser parte de ella.

14 febrero, 2010

confesión (dos)


ya que todo el mundo lo sabe y a cada segundo se reafirma más en mi interior, lo grito en el blog: me gustan los feos.

13 febrero, 2010

el más twisted peter pan sindrome.

después de la entrada anterior como que le dí más vueltas que nunca al temita de las pataletas. me acuerdo que una vez hace ni tanto mi mamá me contó mi berrinche más grande.
fue poco después que nació el nacho, cuatro años menor que yo. su nacimiento rompió todos mis esquemas después de ser primera nieta, primera hija, primera todo. mi papá desde que soy muy chica ha cultivado sin querer el ser caprichosa en mí, ya que él fue (y es) un hijo de mamá al que se le ha dado todo en bandeja en la vida: mi abuela le dió todo lo que pudo materialmente hablando, pues no tenía tiempo entre el trabajo para dedicarle una educación emocional suficiente. así que, ayudado por el entusiasmo de mi nacimiento, que no fue precisamente planeado ni el mejor deseo de todos en mi familia (en ese momento), tuve todo sin restricciones.
bueno, la historia de mi mamá... mi hermano no tendía más de un año y a pesar de que en parte él era otro de mis "regalos", yo no aprendía bien a repartir la atención. un día salimos y yo quería una barbie. en ese entonces yo juraba qe lo que quería, lo tenía. pero con una mamá estudiando en la universidad y un papá con trabajo inseguro y prematuramente lanzado al mundo laboral y un hermano muy chico no podía ser cumplido inmediatamente mi deseo. así que yo empecé a insistir, insistir. la pataleta duró hasta la casa. mi mamá dijo que en un momento eran tantos mis llantos y gritos que ella decidió ser "cruel" (o ser una mamá coherente, al fin y al cabo). me tomó, me tiró a la ducha y abrió la llave con agua fría. yo tenía con suerte cinco años! y estaba ahí, llorando una media hora por una barbie (y tenía ene, más la casa, el auto, etcétera...) y llorando más por la desesperación. mi mamá cerró la puerta del baño unos diez minutos y cuando abrió, yo estaba toda empapada y muda. dice que fue santo remedio para que no reclamara por un largo tiempo y para calmar cualquier berrinche posterior.

entonces, cuando el miercoles estaba haciendo mis clásicas escenas de "quiero que se haga mi voluntad y creo tener los argumentos necesarios para que así sea", mi mamá, después de unas miradas muy feas que hicieron que de nuevo quisiera llorar y correr a llamar a mi papá, me tomó y me dijo que me tenía que calmar. que yo dije que quería arreglar esta actitud así que si seguía me iba a tener que meter de nuevo a la ducha con agua fría y cerrar la puerta del baño (supongo que era su manera didáctica de hacerme entender que vendría un castigo). yo me quedé callada y las ganas de llorar se me quitaron. yo puedo dejar esta estupidez sin necesidad de la ducha.

en verdad ahora no soy tan malcriada. tan. los únicos que podrían decir eso con objetividad son mi mamá y mi hermano, por eso solo pongo "tan". pero cuando me pasa esto... siento algo tan raro, es lo mismo que siento cada día que me enfrento a algo que creo que va más allá de mis repsonsabilidades. o como las primeras veces que iba a trabajar. me reduzco a nada, me vuelvo la misma niña que qería a la barbie, que quería que su mamá se la diera y todo eso. una niña. yo no soy ninguna adulta ni la personificación dela madurez y todas esas cosas. a veces yo critico a mi papá por tener el famoso síndrome peter pan (que da para muchìsimas entradas más), pero creo que eso es en lo que EN CIERTO MODO se pueden traducir mis lloriqueos. es atroz, porque cada día saco menos y solo gano desgastarme enormemente por tonteras... el miercoles, con todos los ojos llorosos y muy enojada me miré al espejo, me miré y me cagué de la risa. era todo un show por nada! la risa funcionó como una ducha, algo que tranquilice, suficiente para motivarme a escribir esta entrada totalmente adolescente y/o pendeja. mi ducha, aunque quizás, de agua no tan fría...

07 febrero, 2010

cabra chica


me da muchísima rabia conmigo misma que cuando veo que los planes de mis papás de alejan de lo que yo quiero se pongan mis ojos llorosos y mi mentalidad vuelva a ser la de una niña totalmente caprichosa. me dan más ganas de llorar al darme cuenta de esto, y me da más rabia aún, que me reprochen recordándome que este año, en algún momento, cumpliré veinte. y que esos berrinches ya nadie los va a pescar más.

01 febrero, 2010

una de tantas...

De vez en cuando mi interior maniático se pone las pilas en contra la flojera física y comienzo a ordenar mi pieza. sí, lo sé, mi concepto de orden es más perfeccionista que el general (o siempre que yo digo "mi pieza es un desastre" mis receptores tienen la pieza mil veces más desordenada que la mía y no les importa tanto. creo que mi habitación ordenada equivale a algo como mi mente ordenada, por eso cuando limpio y pongo todo en su lugar, lo hago íntegro en todo el lugar. desde los cajones que nadie ve hasta las repisas. todo. siento que lo hago también como una manera de ordenar mi mente también: mientras voy organizando todo, creo que no solo sabré dónde están mis libros o mi ropa, sino que también sabré encontrar más rápido dónde guardo mis sentimientos, mis reacciones, mis ideas. todo, en mi espacio íntimo como en mi interior, se pule y está limpio y listo para funcionar mejor, como un comienzo de cero, pero ni tanto. ordenar despeja mi mente, me relaja, me pone de buen humor. poco a poco voy saliendo y entrando de mi pieza tal como lo hacen los días y hay algo de nuevo que no me apetece, así que vuelvo a ordenar. como un ciclo, lunar o qué sé yo. archivar todo y recordar dónde está, me gusta. y creo, que ahora, me toca ordenar...